¡Alejémonos del umbral de la Tercera Guerra Mundial!
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2 de junio de 2025 — Mientras lees esto, las fuerzas financieras asociadas con la City de Londres y Wall Street están llevando al mundo a una cita con el infierno termonuclear. No solo es sensato, sino esencial, plantearse la pregunta: ¿Ha cruzado el mundo, con los ataques “de Ucrania” del 1º de junio contra cuatro aeródromos rusos, incluida la destrucción de aviones con capacidad nuclear que forman parte de la tríada termonuclear de Rusia, una línea roja más allá de la cual se encuentra la inminencia de una guerra termonuclear que aniquilaría a la especie? Durante toda la crisis de los misiles cubanos de 1962, nunca ocurrió nada tan peligroso como lo que estamos viviendo ahora.
En vísperas de las conversaciones de Estambul del 2 de junio, la destrucción el domingo 1º de junio de, al menos nueve, y posiblemente más (los ucranianos afirman que fueron 40) aviones militares rusos en bases de diversas partes de Rusia (la base aérea de Olenya en Murmansk, la base aérea de Diaghilev en Ryazan, la base aérea de Belaya en Irkutsk y la base aérea de Ivanovo en Ivanovo) no podría haberse llevado a cabo, según sostienen varios analistas, sin la supervisión de la OTAN y la participación de Gran Bretaña, Estados Unidos o ambos.
El ex inspector de armas de la ONU, Scott Ritter, lo expresa así: “Esto equivaldría a que un actor hostil lanzara ataques con drones contra bombarderos B-52H de la Fuerza Aérea de Estados Unidos estacionados en la base aérea de Minot, en Dakota del Norte, y en la base aérea de Barksdale, en Luisiana, y contra bombarderos B-2 estacionados en la base aérea de Whiteman, en Misuri”. Considera lo siguiente: ¿qué haría Estados Unidos si, en una disputa militar fronteriza con México, este país, utilizando armas, satélites, sistemas de vigilancia y guía fabricados en Rusia y China, e incluso instructores en persona, derribara un solo avión en una base de la Fuerza Aérea estadounidense?
Hay una consideración aún más aterradora. El ataque del domingo 1º de junio, que recuerda en cierto modo al “11-S” por su sorpresa, coordinación y complejidad, también plantea la pregunta de si el Presidente estadounidense Donald Trump sabía o no que se estaba preparando este ataque. En caso de que no lo supiera, podríamos estar asistiendo al comienzo de un golpe de Estado contra Trump por parte de quienes organizaron el ataque. El ex asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Michael Flynn, dijo: “Parece que Zelenski dio luz verde para atacar los bombarderos rusos estacionados con capacidad nuclear sin informar al Presidente Trump. (Si es cierto que no se consultó ni se informó a nuestro Presidente, esto no es simplemente una violación del protocolo, es un insulto geopolítico y una señal de advertencia...)”.
Por otra parte, si Trump sabía del ataque y lo autorizó, eso significaría que ha renunciado a la relación diplomática con Putin y Rusia, y que la guerra mundial sería inminente. Sea como sea, nos dirigimos hacia la guerra, y rápidamente. Y eso significa, en cualquier caso, que tendremos que movilizarnos y movilizar a nuestros vecinos para ponernos en pie, declarar la independencia de la locura de la guerra y cambiar de rumbo actuando como ciudadanos libres en la primera república de la historia mundial.
Debemos levantarnos y detener el despliegue de los misiles Taurus de Alemania en Ucrania. Si, como creen algunos periodistas, ya han sido desplegados en Ucrania, el gobierno alemán debe retirarlos inmediatamente. Rusia, que perdió 27 millones de personas en la Segunda Guerra Mundial en batallas contra Alemania, estaría dispuesta a destruir las instalaciones de producción situadas en las ciudades alemanas que fabricaron los misiles. Solo una Nueva Arquitectura de Seguridad y Desarrollo —lo que el Presidente de China Xi Jinping denomina un compromiso “ganar-ganar” en “beneficio del otro”— que incluya proyectos de desarrollo como el Plan Oasis de LaRouche para Gaza y el sudoeste asiático, puede forjar un estrecho camino hacia adelante y alejarnos de una guerra que destruya la especie.
Si no hacemos nada, los imbéciles de la política exterior estadounidense tomarán el control. La farsa psicótica bipartidista que están llevando a cabo los senadores Lindsey Graham y Richard Blumenthal en Ucrania está socavando cualquier perspectiva de paz. “En el centro de su iniciativa se encuentra un proyecto de ley bipartidista de sanciones, respaldado por casi todo el Senado de Estados Unidos, pero que aún se enfrenta a un futuro incierto en Washington. Impondría aranceles del 500% a los países que continúen comprando petróleo, gas, uranio y otras exportaciones rusas, apuntando a naciones como China e India, que representan aproximadamente el 70% del comercio energético de Rusia y financian gran parte de su esfuerzo bélico”, reportó el periódico Politico.
Graham lo calificó como “el proyecto de ley más draconiano que he visto en mi vida en el Senado”.
En la era de las armas termonucleares, la guerra como medio de resolución de conflictos es una locura suicida. La Mayoría Global, las naciones de África, Asia e Iberoamérica, quieren la paz a través del desarrollo económico. La civilización no sobrevivirá si se lucha contra ella. Sin embargo, hay muchos en la City de Londres y en el “club de los multimillonarios” de Wall Street que desean una guerra perpetua. Debemos detenerlos. Lo primero que hay que hacer no es actuar, sino pensar. ¿Cuál es tu mejor contribución para revertir esta situación?
Hay intervenciones, levantarse en público y denunciar a quienes perpetúan la guerra desde las altas esferas; hay presencia en las calles, hablar con la gente cara a cara y asegurarse de que no se les ignore; hay un llamado al Papa León XIV, el primer Papa estadounidense de la historia, cuyas primeras palabras al asumir el cargo fueron “la paz sea con todos ustedes”; está difundir, estudiar y trabajar nuestro Plan Oasis de LaRouche para Gaza antes de la sesión especial sobre Palestina en las Naciones Unidas; está impedir que el proyecto de ley de sanciones de Blumenthal-Graham sea aprobado por el Congreso; o hacer crecer a la Coalición Internacional por la Paz, una organización mundial que se ha reunido cada semana durante dos años. Por último, y lo más importante, lean y comenten los Diez Principios para una Nueva Arquitectura Internacional de Seguridad y Desarrollo, el documento redactado por Helga Zepp-LaRouche que inspiró la creación de la Coalición Internacional por la Paz. Corresponde a esta generación ser la que aboliera la guerra termonuclear, para que la humanidad pueda vivir. De lo contrario, probablemente seremos una de las últimas generaciones de la raza humana que se miró al espejo y no se encontró moralmente apta para sobrevivir.