El Día de la Victoria 2025: celebración y compromiso renovado

by Diane Sare

2 de mayo de 2025 —La siguiente declaración la emitió Diane Sare, presidente de The LaRouche Organization (TLO), con motivo del 80 aniversario de la victoria contra el fascismo en Europa:

Felicitaciones a todos los que lucharon contra el régimen nazi en Europa y ganaron. Felicitaciones a los valientes soldados de las potencias aliadas, los soldados estadounidenses, franceses y británicos, y especialmente al pueblo de la antigua Unión Soviética, cuyo gran sacrificio y valor no han sido debidamente reconocidos en Estados Unidos, aunque muchos patriotas estadounidenses son muy conscientes de su heroísmo.

Rusia, que ahora celebra la victoria de 1945, está consolidando otra victoria contra el fascismo. La impía alianza imperialista de la OTAN, que ha militarizado y desplegado las fuerzas fascistas banderistas en Ucrania en un esfuerzo por destruir a Rusia, casi ha sido derrotada, y Estados Unidos tiene ahora un Presidente que no está interesado en seguir este curso lunático hacia el Armagedón nuclear. Por ese motivo, este año, los estadounidenses pueden unirse felizmente al pueblo ruso en la celebración del Día de la Victoria, mientras honramos a nuestros antepasados que contribuyeron a esa victoria, y esperamos el final de la actual guerra en Europa.

¿Quién habría pensado que ochenta años después de la derrota de Hitler veríamos la misma ideología horrible promovida por Occidente en la otrora civilizada y productiva nación de Ucrania? ¿Quién habría imaginado que el Estado de Israel, bajo la dictadura de Bibi Netanyahu y sus manipuladores anglosionistas, perpetraría el crimen de genocidio en todo su sádico jolgorio, como los nazis lo perpetraron contra el pueblo judío, y contra otros, hace décadas?

El veterano de la Segunda Guerra Mundial y estadista estadounidense Lyndon LaRouche predijo exactamente este escenario en el 2011, cuando advirtió que el brutal asesinato del mandatario libio Gadafi era el preludio de una guerra contra Rusia, con guerras en Siria e Irán como peldaños.

LaRouche recibió con satisfacción la nueva dinámica de la asociación ruso-china, que ahora se ha convertido en el grupo BRICS-Plus, un agrupamiento de naciones soberanas comprometidas con una nueva era de desarrollo económico, basado en los intereses compartidos de la humanidad. Nada sería más natural que Estados Unidos, en el espíritu de nuestra Guerra de Independencia de hace 250 años, se uniera a esta nueva dinámica y se despojara por fin de la debilitante arrogancia del sistema oligárquico que se nos ha impuesto desde fuera y desde dentro, desde la muerte del Presidente Franklin D. Roosevelt y el asesinato del Presidente John F. Kennedy.

La humanidad se enfrenta ahora a la mayor disyuntiva de su existencia: ¿Pasaremos a un nuevo paradigma de cooperación pacífica en nuestro interés común, o sucumbiremos al juego imperial británico de "divide y vencerás", como vemos en el último conflicto que está surgiendo ahora entre India y Pakistán, dos Estados con armas nucleares?

En última instancia, debemos aprender que el fascismo y la opresión nunca podrán ser derrotados definitivamente en el campo de batalla, mediante el acto antinatural de matar a otros seres humanos, sino que sólo podrán ser vencidos, como dijo el general Douglas MacArthur, mediante "un resurgimiento espiritual y una mejora del carácter humano".

Por lo tanto, no sólo celebremos la victoria obtenida en los campos de batalla de Europa hace ocho décadas, sino propongámonos ahora que ninguno de los que murieron en esa guerra, o en la trágica serie de guerras que vinieron después, haya muerto en vano. Debemos actuar ahora para que el niño palestino inocente, y el soldado caído de las Fuerzas de Defensa de Israel, el intrépido joven ruso, o el combatiente reclutado por Azov en Ucrania, sean inmortalizados en su mejor naturaleza, la bondad universal del hombre, que por razones desconocidas, está oscurecida o enterrada entre las almas torturadas que han sido los agresores, pero que son humanos a pesar de todo. Ningún ser humano es un animal.

Nuestras acciones de hoy, para lograr un mundo justo, cumplirán el propósito de aquellas almas difuntas que perecieron por inocencia, culpa o valor, sin importar lo que ellos hayan pensado que era su propósito.

Dentro de veinte años, cuando el mundo entero celebre el centenario de la Victoria en Europa, hagamos el propósito de que una humanidad ennoblecida habrá erradicado la pobreza, la esclavitud y la guerra, como reliquias de una época pasada. No necesitamos sacrificar nuestro individualismo ni nuestra soberanía nacional para cooperar en grandes proyectos de gestión de la energía y el agua, educación y sanidad, y descubrimientos científicos. Si fuésemos humildes y contempláramos la vasta perfección de nuestra galaxia y nuestro universo, el ilimitado potencial de mejora humana sobrecogería nuestro espíritu.

Es hora de que Estados Unidos vuelva a los principios universales de nuestra fundación. Dediquémonos a hacer realidad la esperanza que el general estadounidense de la Segunda Guerra Mundial Douglas MacArthur expresó al recibir la rendición japonesa el 2 de septiembre de 1945:

Es mi más ferviente esperanza, y en realidad la esperanza de toda la humanidad, que de esta solemne ocasión surja un mundo mejor de entre la sangre y la matanza del pasado, un mundo fundado en la fe y la comprensión, un mundo dedicado a la dignidad del hombre y a la realización de su más preciado deseo de libertad, tolerancia y justicia.